Los fallecimientos de Carlos Trillo y de Solano López fueron dos mazazos que aún hoy, meses después, no dejan de sentirse.
Ambos, importantes piezas del armado de nuestro catálogo, fueron además –en diferentes épocas y circunstancias- trascendentalmente claves para mí en relación a mi desarrollo como editor.
Allá por 1994, fue Carlos Trillo quién me animó a dejar mi otro trabajo para dedicarme en un 100% a la editorial. Habiendo empezado en 1989 (al igual que muchos colegas), todavía 5 años después mantenía mi trabajo además de intentar con la editorial… Carlos me prohijó y me incentivó a tomar el riesgo, y a partir de ahí tuvimos juntos una librería especializada, armamos un sello editorial nuevo y gracias a su actitud y atinados consejos, puede finalmente consolidar esta editorial que aún hoy sigue su marcha.
Carlos, también, me acompañó y aconsejó cuando me separé de la mamá de mi hijo... Era un tipazo. Tengo más de un recuerdo y muchas, pero muchas anécdotas que me guardo para mí.
Últimamente, nos juntábamos para comer y discutir un tema que a ambos nos apasionaba: descular una manera lógica y posible de mejorar y transparentar la gestión editorial y la relación entre autores y editores.
Como dejar de lado la “queja permanente” y ponernos, juntos autores y editores, a trabajar para mejorar nuestra relación que es, sin dudas, lo que define y demarca nuestro ambiente de trabajo…
En eso estábamos cuando inesperadamente se fue…
Más tarde, a principio del nuevo siglo, fue Solano quién me dio la oportunidad más importante que haya tenido: editar El Eternauta. Primero, con la exitosa experiencia de El Regreso, y más tarde –al finalizar el contrato con Clarín- las dos obras clásicas que hizo con Oesterheld.
Con Solano –aún con una considerable diferencia de edad entre ambos- logramos construir una relación de mucha confianza y afecto mutuo. Más de una vez me consultó sobre ofrecimientos editoriales, ya que siempre se mostró interesado en mis análisis teóricos. Me decía que yo tenía “una mirada diferente”.
Nos hemos reído mucho juntos y siempre, pero siempre, había una ocasión para hablar del tema que más nos unía y nos parecía excluyente: las mujeres.
Con él viajamos juntos al Perú y más de una vez nos íbamos a comer para hablar de cualquier cosa menos de trabajo. O sea, rara vez hablábamos de historieta. El Viejo era un fenómeno.
En fin, al lado de esto, poco importa si el distribuidor tal, la librería cual o la obra tal anduvieron bien o mal. Mejor mirar para adelante y confirmar que es inminente la salida de El Eternauta edición Vintage, con las 369 páginas aparecidas en Hora Cero Semanal, completa con sus encabezados y las viñetas omitidas en la versión para libro que conocemos; las publicidades, etc…
Que seguimos trabajando en un libro nuevo de Gilgamesh de Lucho Olivera, en la primera versión COMPLETA de la Guerra de los Antartes de Oesterheld (que dibujó Napoo en la revista 2001, anterior a la versión que dibujó Trigo y que quedó incompleta). La historieta más pop que haya hecho Oesterheld, merced a unos dibujos bien setentas.
Y las historietas de Lalia y Ferrari con variaciones sobre los clásicos La Máquina del Tiempo, La Isla del Dr. Moreau, De la Tierra a la Luna y El Otro Dr. Hyde, y más historietas a color de Alberto Breccia y Carlos Trillo.
Y claro, La Resistencia, adaptación en historieta de Solano López sobre la novela de El Eternauta que escribió Oesterheld en 1962, con dibujos de Carlos Barocelli y a la cual le estamos realizando un final…
Así es, entonces, le decimos chau! a un año bien triste y miramos para adelante.
Un gran GRACIAS a los amigos y la seguimos en el 2012.
Javier Doeyo



